No es tarea fácil para una psicoanalista teorizar acerca de la subjetividad de un torturador. Tal vez esta teorización se parezca al perfil del asesino serial que trazan los policías, tal vez se parezca también a realizar aquel trabajo psicoanalítico que Freud llamaba construcción. Es precisamente a la construcción de ese perfil que intentaré referirme en esta nota.
Cuando escuché a la señora Magdalena Ruiz Guiñazú su relato de que al encontrarse con Etchecolatz él le ordenó que no lo mirara a los ojos, recordé otro relato: conversando acerca de las diferentes estrategias a las que recurren las mujeres para evitar una violación o para poder sobrevivir luego que ya han sido violadas, la socióloga Silvia Chejter, directora del CECYM, me contó que una mujer pudo evitar ser violada porque miró al violador a los ojos. ¿Qué efectos producen en el psiquismo de estos hombres ese mirar a los ojos de estas mujeres?
Un violador, un torturador, un abusador de menores, tiene en común, según mi construcción, que colocan a sus víctimas en el lugar de un no semejante, un no ser humano, un objeto- presa de su poder. Si ese "no otro" emite algún indicio de sí ser un semejante, el psiquismo de esa subjetividad violenta es pasible de quebrarse. En este sentido, también viene a mi memoria la nada fácil tarea que Susan Sarandon, en el personaje de la hermana Helen Prejean, llevó adelante con Sean Penn, en el personaje de un asesino y violador. Ella logró que algo en él se quebrara. Como efecto, él pudo reconocer que las jóvenes víctimas de su crimen eran dos seres humanos. En la escena final de la película que en nuestro país se tradujo como Mientras estés conmigo, Sarandon mira a Penn a los ojos, mientras él es inyectado en la cámara letal.
Los psicoanalistas sabemos desde hace mucho tiempo qué enorme poder tiene la mirada de la madre (y de otros seres significativos) en la subjetividad de un niño, un poder que sella a fuego el psiquismo de todo ser humano. Una mirada que reconoce al niño su existencia o se la niega, que le da una identidad o se la desmiente, que respeta su otredad o la quiebra. Seguramente algo de esta experiencia primaria volverá a los ojos de ese torturador, de ese asesino, que no puede tolerar que un ser humano mujer lo mire a los ojos.