El pequeño de apenas 4 años - por razones obvias bautizaré Mafaldito - al ver a su madre mirando la televisión el día jueves 20 de diciembre, le preguntó:
-¿Mami, estás preocupada? (Él está aprendiendo a distinguir enojo de preocupación, tarea nada fácil para una criatura de su edad.)
La madre le respondió:
Este tierno pibe de tan sólo 4 años ¡no sabe todo lo que me hizo pensar!. Que hay tantos países en mi querida Argentina.....
El de cada provincia, el de cada barrio, el de cada clase social, el de cada oficio o profesión, el de los desocupados. El de los que aún tenemos la suerte de trabajar. El país de los corruptos, de los psicópatas, de los perversos. El de los hipócritas, el de los sinceros. El de quienes entregamos como podemos lo que tenemos, el de los egoístas. El de los enfermos de deseos de poder. El de los que usamos un humano poder para darle al otro un hombro cuando las lágrimas no lo dejan dormir, una mano cuando siente que se desmorona. Hay muchos países en nuestra Argentina: el de los esperanzados y el de los pesimistas, el de los que valoran la vida, y protegen los árboles. Y también existe el país de los depredadores del alma humana, aquellos que buscan nuestras debilidades para intentar- y no siempre con cantos de sirena - apropiarse de lo que tenemos.
Existe el país de Mafaldito, el de mis sobrinos nietos, tan tiernos como él, tan inocentes aún. Muchos de los niños de otros países de mi país mueren de hambre, son abusados y prostituidos por adultos que viven en países que parecen estar en un Averno.
Están los países de los gays y lesbianas, el de los homofóbicos ( algunos, son lobos que a veces se disfrazan con piel de cordero.) El país de los antisemitas, los misóginos, de los que sufren de xenofobia...
Están los países de cada persona, con sus historias nunca iguales a cuestas.
Hay tantos países que no puedo con todos ellos, que me cuesta a veces comprenderlos, sobre todo cuando dan vuelta los valores. Aquellos para los cuales el Mal es Bien y el Bien es Mal y aquellos otros para los cuales el Bien es Bien y el Mal es Mal.
No puedo con todo, porque soy simplemente una mujer que pertenece a una gran Humanidad que tiene tantos países.
Pero algunos sabemos que, aun con diferencias, podemos solidarizarnos con el país del otro. Y unir las fuerzas, para saber que nunca estamos solos. Que Mafaldito de algún modo nos enternece a todos los que compartimos ciertos valores.
Sigamos juntos en el país que hace poco descubrió que el cacerolazo - reinventado hace un tiempo por mujeres argentinas humildes para escarchar a los violentos - es una herramienta del pueblo para decir: ¡Basta!