El Derecho de Amamantar

Hace algunos años, con el regreso de la democracia, se estrenó en Buenos Aires una película española conmovedora, El crimen de Cuenca. Múltiples escenas causan estremecimiento debido a su crueldad, pero hay una que golpea especialmente. El protagonista, al ser visitado en la cárcel por su esposa y su pequeño bebé, arranca con violencia al lactante de los brazos de la madre para beber él la codiciada leche de mujer. El prisionero era acusado de un crimen que no había cometido y, para hacerlo confesar, se lo sometía a las más terribles torturas. Una de ellas era hacerlo padecer de sed. La escena en la que él mama del seno de su esposa se inscribe en este contexto. Nosotros creemos que este relato cinematográfico puede delatar otros significados. Por ejemplo, que el protagonista no sólo sufría de sed de agua sino también de sed de amor y de calor humanos. Cautivo, torturado y solitario sólo podía pensar en él mismo y no en su pequeño hijo, que en ese momento significaba solamente un estorbo. La escena retrata una situación límite. Muchas otras veces hay bebés arrebatados del seno materno y no siempre esto puede explicarse por situaciones como las de la película.

Intereses creados

Con demasiada frecuencia se priva a la madre del derecho de amamantar que ella quiere ejercer. Se le dice que su leche es escasa o que, por su composición química, no es alimento suficiente para el niño. O no se le enseña, durante el embarazo, a observar y cuidar sus pezones. Detrás de estas conductas se esconden los intereses de los laboratorios que elaboran alimentos cuyas ventas dejan grandes ganancias. Pero no sólo intereses económicos separan al lactante de su madre. Así como la escena de una mujer que amamanta conmueve y enternece, no podemos dejar de lado que provoca envidia y celos. Se puede sentir envidia tanto del lugar ocupado por el niño como del de la madre. Beber del seno materno sigue siendo para todo ser humano el paradigma del amor, así como dar de mamar simboliza ocupar el lugar de privilegio del ser siempre amado y necesitado. En cuanto a los celos, quien queda excluido de la relación madre - niño no siempre lo tolerará, siendo incluso capaz de boicotear el amamantamiento con diferentes argumentos, que variarán según quien sea el excluido. Y este puede ser desde el hermano destronado del, hasta ahora, lugar de privilegio, hasta un desconocido, pasando incluso, como en el caso extremo de El crimen de Cuenca, por el propio padre. Es que la pareja formada por la madre y su pequeño hijo tiene su momento de intimidad y, como cualquier otra pareja en una circunstancia así, ni desea ni debe ser molestada por terceros.

Otras causas convergen para obstaculizar el amamantamiento. Debido a que las mamas son, para toda mujer, una importante zona erógena - es decir, una parte del cuerpo cuya excitación provoca sensaciones placenteras - como algo natural, el amamantamiento puede despertar esas sensaciones. Si la madre no acepta sus sensaciones como normales, la culpa, la vergüenza o el temor podrían invadirla hasta incluso provocar una inhibición en la lactancia.

La fuerza del deseo

El auténtico deseo de hijo se acompaña, generalmente, de un deseo de amamantarlo. Deseo que no debe ser confundido con mandatos familiares y sociales que, con frecuencia, presionan sobre la mujer tratando de convencerla que ella debe querer ser madre y que, si no lo desea, no es una verdadera mujer. Estos dogmas son inexactos y perniciosos. Crean culpa y confunden, conduciendo muchas veces a concebir y parir hijos no deseados.

Por otra parte, cuando la mujer siente la fuerza del deseo y sobre todo si es primeriza, suele necesitar información y apoyo para todo lo concerniente al embarazo, parto y amamantamiento. Los obstetras, las parteras y los grupos de reflexión para embarazadas son los acompañantes necesarios. Pero el camino hacia la panza y la teta, necesita ser acompañado con otras medidas concretas, por ejemplo abriendo guarderías en todos los lugares de trabajo. Esta sería una manera de evitar que el amamantamiento se interrumpa. Ampliando el tiempo de licencia posterior al parto también se consigue prolongar esa estrecha y vital relación del bebé con su madre. El inconveniente es que esta alternativa puede acentuar la discriminación contra la mujer, a la que por ser madre en potencia se le restringen y limitan las ofertas del campo laboral. Para evitar este obstáculo no sería desacertado imitar el ejemplo de Suecia, que implantó una ley por la cual la licencia para criar al hijo es alternativamente para el padre y para la madre. Los suecos saben que el hijo es responsabilidad de la pareja. Nosotros agregaríamos que, cuando se le otorguen a las parejas de homosexuales el derecho a tener hijos, ambos integrantes de la pareja estarían a su cuidado.

Lograr que se respete el derecho al amamantamiento no es fácil pero sí posible. La madre merece ejercerlo. Podemos ayudar a evitar que se le saque al bebé, con violencia y prematuramente, ese pezón que es para él fuente de alimento y amor, pezón al que con la fuerza de su propio deseo, él está prendido.